martes, 25 de febrero de 2014

La música como terapia

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Desde que tu hijo era muy pequeño observas que reacciona a los ritmos alegres, melancólicos o machacones de la música. Y, por increíble que parezca, esta forma de expresión puede mejorar la salud física y mental de los niños con problemas. ¿Has oído hablar de la musicoterapia? Muchos profesionales se han decidido por este tratamiento para ayudar a niños con retrasos u otro tipo de dificultades.
La musicoterapia es un tipo de terapia que consiste en utilizar la música para mejorar y mantener la salud, tanto física como mental. El musicoterapeuta se sirve de la música como fuente de comunicación para conseguir aquellos objetivos que se fijaron previamente al hacer el diagnóstico.

Las aplicaciones de la musicoterapia son diversas.

  • En el ámbito psicológico se puede enfocar al trabajo de crecimiento personal en niños sin problemas.
  • También se utiliza en niños hiperactivos, depresivos, agresivos y es muy útil en el tratamiento de niños autistas para vencer su aislamiento y modificar pautas de comportamiento. Los niños disminuidos psíquicos mejoran también su conducta y su capacidad de relación con los otros gracias a la musicoterapia. Respecto a los niños con disminuciones físicas, la musicoterapia sirve para superar la no-aceptación de sudiscapacidad y de su diferencia respecto a los otros.
  • Dentro de la medicina general se aplica en el tratamiento contra el doloren intervenciones y en todo tipo de enfermedades o situaciones que exigen un soporte psicológico del niño. En los hospitales de Estados Unidos es normal ver un musicoterapeuta responsable de tranquilizar al niño antes y después de una operación o de hacerle olvidar el dolor que siente por una enfermedad.
  • Podemos plantearnos llevar a nuestro hijo a un musicoterapeuta si queremos que se exprese y se comunique con libertad y fluidez. Quizá le cuesta expresar sus ideas y sus inquietudes verbalmente. En una sesión de musicoterapia, un niño que tiene vergüenza de decir que se siente solo puede expresarlo cantando una canción triste en la que se habla de alguien que está solo o de alguien que tiene sentimientos parecidos a él.
  • En una sesión colectiva de musicoterapia conseguiremos que nuestro hijo mejore su relación con los otros niños de la escuela. La música, cuando se hace en grupo, consigue entrar en cada uno de los miembros y eso crea un clima emocional que permite expresarse y relacionarse con sinceridad y plenitud. Cuando él consigue relacionarse positivamente con los demás compañeros que hacen musicoterapia se da cuenta de que puede hacer lo mismo con otros niños cuando sale de la sesión porque ha aprendido nuevas maneras de hacerlo.
  • Con el tratamiento con musicoterapia el niño desarrolla el conocimiento de sí mismo. Se da cuenta de sus defectos y de sus virtudes respecto a los demás. Se da cuenta de cómo y en qué es diferente de los otros y de que esto no tiene porqué ser negativo. Además, el niñoobtiene a menudo experiencias gratificantes que le ayudan a configurar su personalidad.
  • Uno de los campos en el que la musicoterapia parece ser muy prometedora es el de los trastornos del lenguaje. Por ejemplo, niños que tienen problemas de lenguaje debido a un accidente que ha afectado esta función y no pueden hablar son capaces de cantar las palabras de una canción que recuerdan o que están aprendiendo.
  • Es útil en niños que tienen problemas para situarse en el espacio y el tiempo ya que les permite asimilar estos conceptos de forma práctica. Además, la musicoterapia se puede aplicar desde que el niño es muy pequeño ya que la música es accesible a todo el mundo gracias a su sencilla estructura.

No debemos pensar, no obstante, que la música por sí sola es terapéutica. La música es el elemento que se utiliza para facilitar el cambio terapéutico. Así pues, cuando la música se utiliza en terapia, ésta hace el papel de guía, de facilitadora o de puente que lleva al niño a un contacto terapéutico.

Anna Garí Campos
Psicóloga clínica

Fuente: solohijos.com

lunes, 24 de febrero de 2014

¿Qué siente el niño cuando sus padres se separan?

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En la separación, ¡padres ante todo!
Obviamente, los padres, como personas adultas y responsables (se supone que lo son) tienen todo el derecho a separarse cuando surja tal necesidad, pero si cabe, más derecho tiene el hijo a tener a sus padres.
Aquí está el meollo del asunto: una cosa es separarse como pareja (nivel conyugal: relación de pareja) y otra, muy distinta, es separarse como padres (nivel parental: ejercicio de padres).
Lo que pasa, muy a menudo, es que ambos niveles, conyugal y parental, aunque están en planos distintos en el contexto de la relación familiar, en la práctica se confunden entre ellos y se imbrican el uno al otro. Y durante la vorágine de la etapa de separación (en especial si es muy conflictiva), el ejercicio de la parentalidad decae, aunque sea temporalmente, porque predominan los problemas personales entre los cónyuges.
Los padres no tendrían que perder nunca de vista la sentencia que preconizan dos autores franceses, Gérard Poussin y Anne Lamy, en su libro Custodia compartida: “El fracaso de la pareja conyugal no tiene por qué obstaculizar el triunfo de la pareja parental”.
¿Cuáles pueden ser los sentimientos de tu hijo en el proceso de separación?
  • Sensación de vulnerabilidad. Se rompe en mil pedazos el armazón de seguridad que el niño se había ido forjando en el día a día, percibiendo las muestras cotidianas -pequeñas o grandes, no importa- de que sus progenitores, sus cuidadores habituales, están pendientes de él y de su protección. Se rompe la continuidad de la familia como institución protectora. Todo se vuelve menos fiable y menos predecible (“¿cuándo volveré a casa de los abuelos?”, “¿qué haremos por Navidad?”, “¿en dónde pasaré el verano?”). Aparecen los miedos intensos y laansiedad continua.
  • Temor intenso a ser abandonados por sus progenitores. La mayoría de los niños están preocupados porque creen que sus necesidades no serán atendidas. Temen que, como la relación de pareja de sus padres se ha disuelto, suceda lo mismo con la relación padre e hijo:“Si papá se ha ido, ¿quién me asegura que ahora no se irá mamá? Si tú no quieres a papá, ¿cómo puedo estar seguro de lo que pasará más adelante? Quizás yo seré el próximo en no ser querido”.Un tercio de los hijos teme que su madre les abandone. Pero, al progenitor que más temen perder es el que se ha ido de casa. Temen que pierda el amor que antes sentía por ellos. Este sentimiento explica ciertos comportamientos de los niños, en especial si son pequeños, como reticentes miedos nocturnos, ansiedad de separación de los padres, crisis de pánico, fobia escolar, etc.
  • Sentimiento de tristeza y lástima. La reacción depresiva, en mayor o menor grado, casi siempre está presente. El psiquiatra neoyorquino Luis Rojas Marcos, expone en su pionero libro de referencia La pareja rota que, “con excepción de la muerte de la pareja amada, la separación y el divorcio son para la mayoría de las personas las experiencias más traumáticas y penosas de su vida”. Y estos amargos sentimientos están presentes tanto en los adultos como en los niños.
  • Fantasías de reconciliación de los padres, en la que todo volvería a ser como antes. Estas fantasías perduran bastante tiempo en la mente del niño (y hasta del joven adulto). Recuerdo una niña de diez años que me afirmaba con total convencimiento: “Cuando sean viejecitos volverán a estar juntos” (y sus padres ya habían constituido nuevas parejas y tenían descendencia con ellas).
  • Sentimientos de culpa. El niño cree que su vida “pesa” sobre sus dos progenitores como si fueran complicadas cargas y responsabilidades. Los niños oyen quejarse a los padres con comentarios desafortunados que se les escapan – que en sí son intrascendentes, pero que en un clima familiar tenso cobran otro significado-, del tipo:“¡Este niño está acabando conmigo!” o“¡Ya no lo aguanto más!“. Una tercera parte de los niños que asumen esta responsabilidad culpabilizadora suelen tener menos de ocho años.
Podría seguir citando otros sentimientos que emergen en los hijos de padres separados, pero alargaría demasiado este apartado.
Un único consejo para mitigar estas experiencias infantiles: que el niño sepa que, por encima de las desavenencias entre los padres, a él se le sigue queriendo igual.

Paulino Castells
Autor del libro “Psicología de la Familia

fuente: solohijos.com

jueves, 20 de febrero de 2014

El dinero y los hijos pequeños

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En cuanto dispone de unas monedas, tiene la necesidad imperiosa de gastarlas inmediatamente sin que le sobre ni un céntimo. No le importa en qué gastarlo, pero tiene que hacerlo inmediatamente. Si no tiene dinero, no para de pedir hasta que le compramos algo. ¿Se puede enseñar a usar el dinero y a administrarlo? La mayoría de los padres estamos de acuerdo en que hay que hacerlo, pero ¿cómo?
El dinero, además de ser un invento que ha ayudado al progreso de la humanidad, es una realidad cotidiana y un elemento sociológico y cultural con el que necesariamente deberán convivir nuestros hijos. Tiene una considerable importancia funcional y no siempre se le da la importancia educativa proporcional.
Los padres de César, de cuatro años de edad, observaron durante sus vacaciones de verano que cuando salían a pasear por las tardes, como era su costumbre, y le preguntaban si quería un helado u alguna otra golosina, éste rehusaba la invitación y continuaba con sus juegos. Como la conducta se repitiera varios días y fuera del todo desacostumbrada, llegaron a la conclusión de que alguna cosa anormal estaba pasando y que tenían que descubrirla. Tras algún rodeo César confesó:
- “Si no compramos helados, ahorraremos para comprar la rulote que nos gustó tanto”.
“Julio, con catorce años de edad, recrimina a sus padres continuamente porque no quieren comprarle una moto y como consecuencia se niega a estudiar. Su madre me explicaba que lo que más desearía es tener dinero para comprarle la moto a ver si así se tomaba interés”.
Son dos historias reales que ejemplifican el punto y el contrapunto en la educación del uso deldinero. Se puede afirmar que los padres de César están haciendo una mejor tarea educativa que los de Julio, ya que César, con sólo 4 años, es capaz de dominar un deseo muy apetitoso, estimulado por algo que está muy lejano en el tiempo, mientras que Julio, que ya es bastante más mayor, no es capaz de cumplir con sus responsabilidades si no es a cambio de un bien material.
Aprendizajes relacionados con el dinero.
Aunque puedan parecer obvios, conviene asegurarse que nuestros hijos logran asimilar ciertos aprendizajes relacionados con el dinero. Pensemos que dichos aprendizajes no se adquieren de forma espontánea sino que son fruto de los estímulos recibidos. Normalmente, si en casa se han ofrecido modelos adecuados, es frecuente que los hijos actúen de manera consecuente. Pero no siempre ni necesariamente es así. En ocasiones, como consecuencia de otras influencias o por una falta de sensibilidad hacia ciertos aprendizajes, puede ocurrir que nuestros hijos presenten actitudes insensatas o incoherentes en relación con el dinero. Conviene, por lo tanto asegurarse que van asimilado determinadas actitudes y hábitos antes de que sea demasiado tarde.

En concreto deben aprender que:
  1. Conviene administrar el dinero de forma que una parte se ahorre para poder conseguir bienes de coste elevado.
  2. El dinero sirve para obtener cosas necesarias y útiles y para sufragar algunos caprichos o actividades de recreo.
  3. Con el dinero se puede ser solidario y ayudar a otros.
  4. Si se cuidan las cosas que usamos, evitamos gastos innecesarios y ello nos permitirá poder comprar otras cosas.
  5. El dinero se obtiene a cambio de trabajo.
  6. Todos tenemos derecho a disponer de dinero a cambio de trabajo, pero no a tener dinero a cambio de nada, eso es un privilegio.
  7. Hay que administrar el dinero de forma que permita hacer frente a los gastos de un determinado período de tiempo.
La manera de saber si realmente lo han aprendido será observar si, de manera progresiva, muestran formas de comportamiento acordes con los aprendizajes subrayados.
La edad de los hijos condicionará los aprendizajes que podemos proponerles.
  • La prudencia nos advierte que no es posible enseñar todo a la vez. Además su madurez intelectual les impediría algunos aprendizajes. Como consecuencia lo recomendable es secuenciar los objetivos según su edad:Hasta los siete u ocho años se pueden entrenar preferiblemente los tres primeros aprendizajes. Son las primeras actitudes de ahorro, de solidaridad y del uso del dinero.
  • Entre los ocho y los once o doce años, cuando ya tiene una visión menos egocéntrica del mundo y es capaz de realizar y entender algunos razonamientos y de relacionar algunas consecuencias con sus causas, es el momento de que descubra la relación del dinero con eltrabajo y que aprenda relacionar el cuidado de las cosas con el dinero. Podemos intentar además de los tres primeros, los aprendizajes que se presentan en cuarto y quinto lugar.
  • A partir de los doce años con la progresiva aparición del pensamiento formal y de la capacidad temporal, podemos enseñarles a administrar, a ser previsores y a valorar sus derechos, obligaciones y privilegios. Intentaremos llegar al final de la lista de objetivos.
El uso del dinero antes de los ocho años.
Desde los primeros años es aconsejable que aprovechemos cualquier circunstancia para que participen en actividades de compra. Podemos pedirles que pidan ellos lo que vamos a comprar, que paguen con el dinero que les damos, que esperen el cambio… Será un primer contacto con el dinero y las compras.
Cuando alcancen madurez suficiente para comprender las cantidades y los precios de algunas cosas que les interesen (golosinas, pequeños juguetes, material escolar…), se puede aprovecharpara darles una cierta cantidad de dinero y que decidan qué quieren comprar en un quiosco, en la librería etc… Las primeras veces vale la pena ayudarle a tomar decisiones.
Es importante usar la misma estrategia para comprar objetos superfluos y objetos necesarios (lápices, sacapuntas, libretas…). Se trata que desde un principio participe en la compra de los dos tipos de productos ya que, de lo contrario, algunos de nuestros hijos acaban por pensar que las cosas necesarias y útiles son algo que viene dado siempre y que por lo tanto no hay que pensar en ello. Por el contrario, intentaremos sentar las bases para que en su campo de visión económica entren las diferentes facetas de dicha realidad.
De forma simultánea tendríamos que proporcionarle una “hucha” o instrumento similar, donde pueda guardar el dinero sobrante de sus compras o el que pueda recibir de familiares o amigos y que no haya gastado. Junto con la adquisición de la hucha, deberíamos explicarle que allí se puede guardar el dinero y que éste puede servir para comprar alguna cosa para sí mismo o para hacer un regalo. Es importante que desde el principio le hablemos de las dos finalidades y le ayudemos a plantearse alguna en concreto (algo que le haga ilusión, el cumpleaños de la mamá…). También es el momento de aprovechar cualquier hecho de la actualidad para animarle a usar parte de ese dinero en donativos que ayuden a otros, siempre dándole libertad para decidir la cantidad.
Como en otras facetas educativas, se tratará de acompañarle en sus primeros contactos con el dinero para que sea capaz de percibir diferentes aspectos de la realidad y, con ello, aprenda a tomar decisiones razonables. Más adelante, a medida que notemos sus avances, aumentaremos su libertad y la dificultad de sus decisiones.
José María Lahoz García
Pedagogo (Orientador escolar y profesional),
Profesor de Educación Primaria y de Psicología
y Pedagogía en Secundaria

Fuente: Solopadres.com

miércoles, 19 de febrero de 2014

¿Por qué no hay que ignorar a tu hijo cuando tiene una rabieta?


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Imagínate que has discutido con tu jefe o tu pareja. Te sientes mal, incomprendido y solo. Para colmo, llegas a casa y nadie te hace caso. Todo el mundo sigue con su vida como si tu dolor no existiera. Y lo que esperan de ti es que lo superes para que así no les molestes con tu abatimiento y tu mal humor.
Esta es exactamente la misma situación por la que pasa tu hijo cuando tiene una rabieta.
Ignorarlo hasta que se canse de llorar solo consigue una cosa: que deje de llorar porque se ha cansado. Ahora está cansado, frustrado y triste por no sentirse comprendido.
Comprender no significa ceder.
  • Hablar con él en esos momentos es muy difícil pero puedes decirle: “Veo que estás muy enfadado. Te dejo unos momentos para que te relajes. Luego podemos hablar de lo que ha pasado”.Le das tiempo pero no lo ignoras ni cedes.
  • “Entiendo que no quieres ir a dormir. Son divertidos esos dibujos animados pero el tiempo de la televisión ha terminado. Ahora toca ir a dormir.” Le recuerdas la norma, entiendes sus necesidades y le indicas qué se espera que haga a continuación.
  • Y si tu hijo es adolescente, aplícalo también. “Ya sé que te gustaría ir a esa fiesta. Están tus amigos y va a ser una decepción para todos. Ojalá no tuviera que ser así…” ( la última vez se pactó que, debido a las malas notas, solo saldría un día a la semana y no dos). Entiendes cómo se siente pero no vas a pasar por alto las consecuencias.
Fuente: solopadres.com

martes, 18 de febrero de 2014

Demuestra tu amor de una manera diferente


Demuestra tu amor de una manera diferente

Enseñemos a nuestros hijos a demostrar su amor de una manera diferente, reforzando los valores de compartir, ser bondadosos y de trabajar en equipo.

Da amor. Abramos los ojos de nuestros hijos a diferentes formas de expresar su amor. Da una gran muestra de cariño a tus vecinos limpiando la calle del barrio, pintando las paredes de las áreas comunes, u organizando una actividad para la comunidad.

Demuestra compasión donando ropa o alimentos a una fundación o iglesia, o adoptando algún animal abandonado en la calle.

Habla de amor. Después de leer con nuestros hijos algún libro ilustrado que hable del amor, inventa diferentes comienzos y finales.

Pídeles que escriban un poema para sus abuelos, tíos o familiares cercanos, que piensen en cuál sería la mejor forma de expresar amor sin que sea algo material, como preguntar, sinceramente, cómo le fue a alguien en el día, o valorar verbalmente sus fortalezas.

Es el momento perfecto para hablar con los niños sobre el amor y el cariño. De hecho, no debemos olvidar que los más niños suelen tener dificultades para poner en palabras sus sentimientos.

Puedes aprovechar el momento para explicarle qué es el amor y la amistad pero recuerda incluir ejemplos prácticos de comportamientos a través de los cuales se expresan estos sentimientos. Ten presente que nuestros hijos tienen un pensamiento más bien concreto y por eso les resulta difícil comprender los conceptos más abstractos.

Elabora manualidades ecológicas. Motívalos a que le regalen un detalle a sus amiguitos con tarjetas o notitas elaboradas con materiales que encuentres en tu casa, como libros para colorear o papel reciclado. Has una corona de san Valentín con flores, ramas y bayas secas. Has collares en forma de corazón con pasta para modelar.

Prueba el amor comestible. Enséñalos a hacer dulces en forma de corazón con cereal orgánico de arroz inflado y una mezcla de coco y miel (un sustituto para los dulces más azucarados). Crea pizzas en forma de corazón o utiliza un cortador de galletas para hacerle esa forma a un sándwich o a un pancake. Haz muchos y los que te sobren repártelos entre tus vecinos o llévalos a un asilo u hospicio.

No dejemos que nuestros hijos vean el mes del amor como una época comercial, aprovechemos el ambiente festivo y enseñémosles con creatividad las muchas formas sencillas y con mucho valor que hay de demostrar el amor que sienten por sus seres queridos y las personas que les rodean.

lunes, 17 de febrero de 2014

¿Amor responsable o amor ciego hacia los hijos? Amar sí, pero con inteligencia.

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Nace un nuevo ser. Un nuevo ser inmaculado, blanco, sin límites, infinito. Lo estábamos esperando hace mucho tiempo, es parte de nosotros y lo rodeamos de amor, de atención, de risas y ensoñaciones. Nos hace feliz sentir su corazón en nuestro pecho o verlo dormir junto a nuestra cama. Y ese bebé crece. Crece sin darnos cuenta, sin hacer un plan de futuro, un proyecto familiar; crece rodeado de cariño ciego, de satisfacciones e improvisaciones. Crece protegido, tan protegido que no tiene espacio para crecer. ¡Cuidado con la sobreprotección!

Para querer hay que aprender a querer

Muchos padres quieren convertirse en amigos de sus hijos, en sus iguales; quieren diluirse en su mundo infantil y de esta manera ganar su admiración, sus secretos y su cariño fácil. Son padrespacientes que explican una y otra vez las razones de sus exigencias, que disculpan, que no utilizan su autoridad porque creen que pueden traumatizarles o herirles; que prefieren no intervenir antes que enfrentarse a sus hijos.
Los hijos necesitan límites firmes para crecer equilibrados, necesitan discutir, aprender anegociar y a superar frustraciones. Nuestros hijos han de aceptar sus errores y aprender de ellos, asimilar la responsabilidad de sus acciones y saber solucionar sus problemas. Deben conocerse y saber controlarse, ser flexibles y relacionarse libremente con su entorno, sin filtros, sin escudos, sin barreras. Con tan solo su educación, sus valores y su buen juicio.
Y para conseguir esto es necesario que exista una estructura familiar clara, vertical, donde lospadres están “arriba” y los hijos “abajo“, evidentemente basado en un criterio de experiencia y responsabilidad, no de sometimiento.
¿Por qué? Porque los padres somos los adultos, los líderes que podemos guiar porque sabemos o debemos saber a donde vamos. Los que podemos poner normas y hacerlas cumplir y asimilar para llegar al destino. Somos, en definitiva,  los que, con nuestra autoridad y firmeza, establecemos objetivos para nuestros hijos y ponemos los medios para conseguirlos.

Los niños son niños. Los padres, los guías.

“Un padre es mucho más que un amigo”.
Los padres amigos de sus hijos, los padres sobreprotectores, los padres que retrasan sus intervenciones educativas para cuando los hijos sean más mayores cometen un gran error.
Desde que son muy pequeños hemos de prepararles para ser adultos responsables, para que aprendan a hacer lo que deben y no sólo lo que les apetece; para que sepan que conseguir lo que se desea requiere esfuerzo, trabajo y, en muchas ocasiones, sacrificio.
  • ¿Por qué has de evitar que se caiga y se dé un pequeño susto? Al hacerlo está aprendiendo a ser más prudente.
  • ¿Por qué quitar la televisión cuando hay una noticia impactante sobre la desgracia de otra persona? Verlo junto a ti, mediado por tus aportaciones, le permitirá valorar más lo que tiene y ser más empático con los demás.
  • ¿Por qué has de prepararle la ropa del día siguiente? Si tu hijo, que tiene dos manos, dos piernas y dos ojos es capaz de hacerlo él mismo con la misma eficacia que tú.
  •   ¿Por qué has de premiarle con un viaje o una bicicleta por aprobar el curso? ¿Acaso no es su obligación, su única obligación?
  • ¿Por qué tiene libertad absoluta para gastar su dinero en lo que quiera, incluida en esas cantidades insanas de “chuches”? ¿Desde cuándo los niños saben poner límites a sus apetencias?
  • ¿Por qué puede salirse con la suya y evitar cumplir con sus tareas domésticas? ¿Acaso no es también su casa? ¿Acaso no cumples tú con las tuyas? ¿Por qué te conformas con que haga una cama mal hecha cuando tiene dos manos para poder hacerla correctamente?.
  • ¿Por qué le tratas y le hablas como si tuviera 7 años si en realidad tiene 11? ¿Por qué no le enseñas con esta edad a cocinar, a limpiar, a hacer recados, a responsabilizarse de la compra diaria del pan o del periódico? ¿Por qué sacas tú los platos del lavavajillas mientras él está leyendo tranquilamente un libro o jugando al ordenador?.
  • ¿Por qué le permites elegir el menú para cenar o la hora de irse a la cama? ¿Quién pone las normas en casa?
  • ¿Por qué, si tu hijo tiene la edad y la madurez necesaria, devuelves tú los videos en el videoclub o tiras las toallas sucias a lavar? ¿Tiene algún tipo de impedimento o es quizás porque se lo impides tú mismo?
  • ¿Por qué contestas tú por él cuando le preguntan algo y él se siente cohibido? ¿Acaso tu hijoes mudo o sordo? ¿Por qué no le das la oportunidad de superar su timidez, permitiendo su silencio?
Por Elena RogerPedagoga en el Gabinete Pedagógico Solohijos
Fuente: solohijos.com

“¡Es mío, mío y sólo mío!” Cómo enseñar generosidad

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¿Por qué nuestro hijo de dos años no es capaz de compartir sus cosas con los otros niños, y ni siquiera con sus propios padres? ¿Es un niño egoísta? Debemos tener claro que la actitud posesiva es normal en los niños de esta edad. Nuestro hijo todavía no entiende que una cosa le pertenece aunque la preste y la comparta. Tampoco entra en su cabecita que no puede tener todo lo que pide. Nuestro trabajo como padres y educadores consiste en conseguir que interiorice estos valores, teniendo en cuenta que nuestra actuación es un modelo importantísimo para su futuro comportamiento.
“Mío, mío y sólo mío”. Éstas son palabras familiares para los padres que tienen hijos de dos años, e incluso un poco más mayores. En la escuela podemos ver a un niño apropiándose de los juguetes de sus compañeros o al mismo niño reaccionando de manera agresiva si alguien intenta arrebatarle los suyos. No hay por qué intranquilizarse. Esta actitud es comprensible y, de hecho, necesaria en su desarrollo: nuestro hijo está viviendo una etapa de egocentrismo. Durante este período intenta satisfacer sus deseos y enseguida ve en peligro todas sus posesiones, que son las que le proporcionan la diversión y el placer. El niño de esta edad todavía no es consciente de que los otros también tienen juguetes, y de hecho aún le costará un par de años aprenderlo. Debemos entender que necesitará tiempo -durante el cual decidirá qué quiere prestar y qué no–para asimilar los valores del intercambio y la generosidad.
Nosotros podemos regular estas conductas egocéntricas evitando darle todo lo que pida y recompensando las acciones generosas, por ejemplo, cuando comparte un juguete. Además, podemos demostrar qué conducta queremos a través de nuestro ejemplo.
Nuestro papel es básico para su educación, no sólo porque somos quienes premiamos o reprochamos sus acciones sino también porque tenemos la responsabilidad de explicar por qué “quitarle el osito a Marcos no está bien“.
Algunas indicaciones útiles sobre cómo podemos transmitir valores como la generosidad son:
  • Establecer previamente las normas del “juego. Hay que negociar. Por ejemplo, explica a tu hijo que debe prestar sus juguetes a los otros niños, y que eso también debe hacerlo en casa, donde las cosas son de todos y no sólo suyas. Poco a poco irá aprendiendo que los otros también tienen “cosas” (la merienda, un juego nuevo, etc) que le gustaría que compartieran con él.
  • No crear sentimiento de pérdida. Si tu hijo ha decidido compartir su “amada manta” con un amigo suyo, asegúrate de que ésta volverá a sus manos. En caso contrario, puede tener la sensación de que ha perdido su preciado objeto y por tanto le costará volver a prestar sus cosas. Si llega esta situación y al principio tu hijo se muestra rebelde no se lo reproches porque, igual que los adultos, tiene sus derechos y ha de saber defenderlos.
  • Exigirse a sí mismo lo que quiere exigir a los otros. Si quieres enseñarle qué es la generosidad, muéstrale ejemplos. Nosotros le servimos de referente y tenderá a imitarnos. Si te pide algo, actúa como querrías que él lo hiciera.
  • Ponerse de acuerdo con nuestra pareja en todo lo referente a la educación de los hijos. Es muy típica la situación del niño que quiere salir al parque y que sabe perfectamente a cuál de los dos debe acudir para cumplir sus deseos. Esta situación es especialmente cierta en loshijos de padres separados. Hay que tener cuidado e intentar no crear rivalidades ni hacerchantaje emocional.
  • Relación entre comprensión y exigencia. A veces se puede pensar, equivocadamente, que ser poco exigentes con nuestros hijos está asociado con ser más comprensivos. Para una buena educación es tan importante ser comprensivos como tener un nivel de exigencia adecuado a su edad.
  • Importancia de la participación. Crear situaciones de participación y cooperación con los hijos, estimulando un trabajo y unas actitudes que son las que se han de aprender. Promover la construcción en equipo de un puzzle, ya que en el correspondiente intercambio de piezas será muy fácil que aparezcan conductas de “mío, mío, mío“. Los juegos de grupo son muy apropiados para estas edades porque les enseña la importancia de compartir con los demás.
  • Saber resistir ante frustraciones y dificultades. Hay que ser perseverantes. Se trata simplemente de una etapa infantil. La paciencia es básica mientras se producen los cambios.
  • Reforzar las conductas positivas. Decirle por ejemplo: “Has sigo muy generoso, ¡felicidades!” o“Debes sentirte orgulloso de ti mismo por lo que has hecho” cuando nuestro hijo preste un juguete a su hermano o a un amigo, o cuando muestre cualquier conducta de colaboración.
  • Tener claros los valores que queremos inculcar y actuar consecuentemente. Prémialo con la lectura de un cuento cuando comparta sus libros con su hermano pero no ignores esta conducta (al menos mientras estás tratando de que la aprenda) al día siguiente porque estás cansado o tienes un mal día. Cumple con tus promesas. Si le has dicho que le leerás un cuento, mantén tu palabra.
  • No coaccionar afectivamente. Son muy peligrosas frases  como: “Si no prestas el coche a Luis, mamá no te querrá” . Estás reduciendo el valor de la generosidad a una mera transacción emocional. Tu hijo no aprenderá a ser generoso sino todo lo contrario. Compartirá sus cosas para conseguir algo a cambio: tu cariño y atención. Hay que hacerles comprender que las sanciones o límites que reciben por nuestra parte son independientes a nuestro cariño por ellos. Eso es incondicional.
  • Los niños, unos más y otros menos, necesitan atención y mucha paciencia. No podemos emitir juicios precipitados pensando que tenemos un hijo desconsiderado. Dale tiempo y ayúdale a resolver sus dudas.
En resumen, cuando nuestro hijo actúe de forma interesada, cuando pensemos que tiene un comportamiento egoísta, debemos comprender que a esta edad todavía no ha interiorizado valores básicos como la generosidad. Nuestro papel educativo como mediadores es imprescindible para darle a conocer todas las experiencias posibles para que aprenda a su ritmo. Experiencias como nuestras propias conductas (respetar, amar, compartir, prestar) y nuestras actitudes (tener paciencia, ser coherentes, comprensivos…) son las que mostrarán un modelo familiar claro para el niño.

Montse Barceló Moreso
Licenciada en Psicología

Fuente: nuestroshijos.com

miércoles, 12 de febrero de 2014

Hijos hiperactivos

HijosHiperactivos

¡Por favor!, ¿Puedes quedarte quieto 15 segundos para que te ponga el pantalón?” Miguel (3 años) y su madre suelen empezar cada día de la misma forma. Vestirlo parece una especie de batalla campal para que el brazo entre por la manga del jersey o la pierna por la abertura del pantalón. Después viene lo de tomar el vaso de leche, con suerte sólo se mancha un poquito y no hay que volver a empezar. Un día, y otro día y otro día más. La madre de Miguel es compadecida por el resto de las madres que, cuando ella no está presente, comentan que es demasiado blanda y que lo que Miguel necesita son un par de cachetes.
Cuando las relaciones con nuestros hijos se complican y generan mucha ansiedad es conveniente consultarlo con un pediatra y plantearse la posibilidad de que exista alguna causa para estos comportamientos que no tenga que ver con la educación que le hemos dado o con la elección de una guardería poco adecuada. Una de las posibles causas puede ser el Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad.
El Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad (TDAH) es un trastorno de origen neurobiológico que se caracteriza por el déficit de atención, impulsividad y/o hiperactividad excesiva o inapropiada para la edad del niño, dificultando su desarrollo. Aunque la causa es de carácter neurobiológico , los síntomas pueden agravarse en condiciones ambientales adversas.
¿Cómo se manifiesta un Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad?
Podemos encontrarnos con un niño como Miguel que no para ni un momento o con una niña como Marta que está en las nubes. En ambos casos el problema es el mismo, pero el trastorno se manifiesta de forma diferente. Los tipos de TDAH son:
Inatento: predomina la dificultad de atención.
Impulsivo-hiperactivo: predomina la dificultad en el auto-control.
Combinado: presenta síntomas de inatención, de impulsividad y de hiperactividad.
Algunas características…
En principio, que nuestro hijo sea despistado o excesivamente movido o impulsivo no es malo (salvo para nuestra paciencia y la de los maestros). Los problemas comienzan cuando, a causa de estas dificultades, nuestro hijo con TDAH ve alterada su vida cotidiana en casa y en la escuela, y aparecen otros problemas como:
  • Roces o peleas con los amiguitos que no entienden esa forma tan efusiva de saludar o esos empujones que da porque necesita ser el primero en llegar a donde sea. De aquí pueden salir algunos problemas de adaptación en la guardería o en el parvulario.
  • Los padres y maestros agotan su paciencia y optan por los castigos que, encima del desgaste que implican, no solucionan la situación y empeoran las relaciones interpersonales.
  • Dificultades para regular el sueño o los hábitos de comer.
  • Mayor facilidad para sufrir accidentes. Cuando nuestro hijo se pasa mucho tiempo curioseando encima de una mesa es lógico que aumente la posibilidad de tener más accidentes.
  • Más pataletas y rabietas que otros niños porque lo necesita todo “¡ya, ahora mismo!”.
  • Retrasos en el habla o en el desarrollo motor.
¿Cómo saber si sólo es movido o despistado o si tiene un TDAH?
Durante la edad preescolar es difícil hacer un diagnóstico definitivo de TDAH, ya que muchas de las conductas de nuestros hijos (saltar, correr, gritar…) forman parte del comportamiento normal de la mayoría de los niños pequeños. La clave para el diagnóstico del TDAH es que los síntomas se mantengan de forma crónica e inadecuada para la edad de nuestro hijo y que dichos síntomas no sean consecuencia de otras causas. Se necesita la evaluación de un profesional clínico (psicólogo o psiquiatra infantil) que diagnostique el trastorno y determine las causas de ese comportamiento.
Para establecer el diagnóstico, el especialista necesita tanto la información de los padres, del parvulario y del pediatra como la observación directa del comportamiento del niño. Con estos datos, él puede juzgar la frecuencia y la intensidad de las conductas inadecuadas y establecer así un diagnóstico adecuado diferenciándolo de los comportamientos propios de esta edad. No es lo mismo un niño que a veces corre por el pasillo o que le gusta saltar, que otro que no sabe desplazarse sin correr y que se golpea con frecuencia por ir rápido y sin mirar.
¿Qué podemos hacer?
Actualmente se sabe que entre 1/3 y 2/3 de los niños que son diagnosticados de TDAH seguirán teniendo alguna dificultad cuando lleguen a adultos. Pero también se sabe que, aunque la causa de este trastorno es de carácter neurobiológico, los síntomas se pueden agravar si se vive en unas condiciones ambientales adversas. Por eso es importante cuidar el entorno en el que se mueve nuestro hijo y la forma cómo lo tratamos. Por eso es importante:
Sugerencias para los padres
  1. Saber cuál es el comportamiento normal del niño en edad preescolar. Pretender que un niño se comporte perfectamente en situaciones creadas para adultos (comer en un restaurante o ir de compras al supermercado) es algo irreal. Los padres han de adaptar las actividades que realizan con sus hijos a las edades de los niños.
  2. Aprender a controlar la conducta de nuestro hijos. Lograr que los niños con TDAH hagan aquello que los padres suponen que deben hacer es un reto muy difícil de conseguir. Por ello es conveniente acudir a seminarios o cursos donde se aprenden a utilizar estrategias educativas eficaces, a adecuar las expectativas a las capacidades de los niños y, a la vez, conocer a otras familias que se encuentren en situaciones semejantes y que les comprenden.
  3. Intentar conservar la calma por muy tensa que sea la situación. Antes de “perder los nervios” es conveniente respirar profundamente, contar hasta 10 y, si es necesario, retirarse un momento y regresar de nuevo para intentar solucionarlo de forma calmada.
  4. Ir paso a paso. Es mucho más razonable y menos decepcionante proponernos pequeñas metas e, incluso, intentar conseguir (y valorar) pequeños avances dentro de un mismo objetivo. Por ejemplo, si queremos conseguir que Miguel se ponga él solo el pantalón, podemos empezar porque se siente en la silla, después tendrá que meter los pies por su sitio, aprender a subírselo, aprender a abrocharlo y, ¡por fin! ponerse el cinturón.
  5. Buscar las conductas positivas. La mayoría de los padres tienden a prestar más atención a las conductas negativas de sus hijos, ya que estas son las que molestan y llaman la atención. Es muy importante descubrir a nuestro hijo haciendo algo bueno y felicitarle por ello.
  6. Cuando hay más hermanos. Cuando tenemos a un hijo que reclama la atención constante de los padres, éstos suelen dedicar menos atención al hermano más tranquilo porque corre menos peligros. Los padres se sienten mal porque no pueden descuidar a uno de los hijos pero también encuentran a faltar la dedicación hacia su otro hijo. Es conveniente buscar un tiempo especial (cuando el niño hace la siesta o está en la guardería) para dedicarse plenamente al otro hermano.
Relación padres – escuela
El TDAH no es consecuencia de una educación incorrecta por parte de las familias ni por parte de los maestros. Este hecho es importante que lo asuman tanto los padres como el parvulario y que, a partir de ahí, comiencen a trabajar conjuntamente para mejorar las capacidades de los niños con dificultades, porque una buena relación entre las personas que más tiempo pasan con el niño es un factor muy importante y decisivo para su desarrollo.
Es responsabilidad de los padres facilitar información sobre el TDAH al maestro y por parte del maestro el formarse profesionalmente para dar la respuesta más adecuada a cada uno de sus alumnos.
Fundación ADANA
Fuente: Solohijos.com