viernes, 9 de enero de 2015

Cómo convivir con los cambios de humor de un adolescente

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Por la mañana, malhumorado. Al mediodía, eufórico. Por la tarde, rabioso y por la noche, triste. Éstos podrían ser algunos de los diferentes estados emocionales por lo que puede pasar un adolescente en un día normal.
Y hay muchas madres y padres que lo llevan mal. Muy mal. Como mi madre. Que se pasaba el día diciéndome que era una lunática. Así que además de llevar el peso del malestar que me provocaba vivir montada en el carrito de la montaña rusa con sus subidas y bajadas, tenía que estar escuchando todo el día los reproches de mi madre. Y lo peor de todo es que como no encontraba una explicación racional para darle, mi frustración se multiplicaba exponencial mente.
Cierto es que vivir con los altibajos emocionales de un adolescente no es tarea fácil. Seguro que tú también tienes días mejores que otros y que hay días que estás más comprensiva que otros. La diferencia está en que al adulto se le justifica por un momento vital concreto (embarazo, separación, duelo, etc…) mientras que al adolescente no se le da la oportunidad de ser con sus rarezas.
Como me decían a mí: ¿cómo puede ser que estés triste, si lo tienes todo? No te falta de nada! Te damos todos los caprichos que podemos!  El problema es que yo no quería caprichos, lo que quería era comprensión, silencio y espacio para dejarme sentir.
A veces reaccionamos ante la tristeza, desesperación y amargura del otro con cierto egoísmo. Queremos que se sienta bien porque así nosotros no sufriremos por el dolor del que tenemos delante.
No estamos educados a sostener la pena del otro.
Nos incomoda y a la mínima que alguien muestra malestar, intentamos cambiar su estado anímico. Esto también nos ocurre con nuestro hijo. Intentamos dar soluciones, buscar los motivos de sus giros sin éxito y es que en realidad, ni él tiene la respuesta.
Por eso, y aunque no te guste vivir con su inestabilidad emocional, éste seguramente agradecerá palabras de aliento sin reproches. Quizá lo mejor que puedes hacer en los momentos de locura emocional en que ahora llora y a los cinco minutos ríe es acompañarlo sin juzgarlo. Déjalo sentir. No es una enfermedad, solo un estado transitorio que pasará con el tiempo.
“No puedes estar mal”
Las madres y padres que no respetan los desequilibrios emocionalede sus hijos están emitiendo un mensaje peligroso: no puedes estar mal. Siempre tienes que estar contento. Así es como gustarás a los demás (y complacerás a tus padres), mensaje que quedará grabado en el inconsciente como principio de vida.
Puedes echarle la culpa al exceso de dopamina como responsable de sus cambios de humor y/o entender que la gestión de las emociones, igual que los otros cambios de la adolescencia, no se aprenden de un día para otro. Todo se va aprendiendo e implementando con las experiencias y el tiempo. Se trata de una lenta evolución que seguro que llevas mejor si aceptas que forma parte del crecimiento natural del ser humano.
Si consigues relativizar su estado anímico y lo llevas con deportividad, estarás dando a tu hijo la licencia para expresarse tal y como se siente en cada momento, aceptarse y respetarse. Ser libre emocionalmente.
Susana Solé
Coach y Mediadora Familiar

Fuente: www.solohijos.com 

martes, 6 de enero de 2015

Autoridad positiva y coherencia


117-Autoridad-positiva-y-coherencia


Si tu autoridad depende de las circunstancias, perderás el prestigio ante tu hijo.
Hazte la siguiente reflexión.
Un día llegas del trabajo cansado y enfadado. Te has peleado con tu jefe. Nada más llegar, tu hija te da las notas del colegio. Cinco suspensos y una nota negativa sobre su actitud. Tu reacción será desproporcionada: gritarás, la amenazarás o castigarás sin salir y seguro que salen de tu boca palabras hirientes. Lo que te faltaba hoy…
Otra situación. Llegas a casa contentísimo. ¡Te han ascendido en el trabajo! Ahora se acabarán todos tus problemas económicos. Nada más llegar a casa, tu hija te da las notasCinco suspensos y una nota negativa. Le dices que tiene que esforzarse y mejorar. Total, tampoco hay para tanto pues todavía tiene tiempo de rectificar. Además, hoy es un buen día…
¿Ves la diferencia? Es humano pero no es coherente. Ni justo. Ni respetuoso. Eso lo ven nuestroshijos, mejor que nosotros mismos. Y afecta a su visión sobre nosotros, sobre la vida e incluso sobre ellos mismos.
No puedes tener prestigio ante tus hijos si tu autoridad y tu actuación dependen de tu estado de humor y de las circunstancias.

Elena Roger Gamir
Pedagoga