viernes, 27 de marzo de 2015

Utiliza la comunicación no verbal para no herir.


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Olvídate de sermones y riñas. Utiliza el lenguaje NO VERBAL.
  • Si tu hijo no saca la basura antes de cenar se encontrará el plato boca abajo. Eso le recordará que debe hacerlo sin dar posibilidad a que os enfadéis.
  • Si no quieres que nada más llegar del colegio se ponga a ver la tele, sencillamente cúbrela con una toalla. Al verla, tu hijo recordará que previamente estipulasteis esta norma y que lo podrá hacer al terminar sus deberes.
  • Si tu hijo está subiendo el tono de su conversación hacia terrenos irrespetuosos, haz una mueca con las dos manos formando la “T” de “Tiempo” y retiraros a habitaciones separadas. Eso os dará tiempo para calmaros.
Para que esta herramienta tenga éxito es necesario que con anticipación (mejor en una reunión familiar) expliques a tu hijo el significado de la señal.
Es una excelente alternativa para evitar los gritos, las explosiones de ira o las palabras hirientes. No solo sirve para controlarse y poner fin a una situación conflictiva, sino también para prevenirla.
Utiliza la comunicación no verbal cuando los sentimientos se desbordan y las palabras se vuelven peligrosas.
Fuente: solohijos.com

jueves, 26 de marzo de 2015

Que tu hijo no confunda felicidad con facilidad

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Puede que ahora todo se esté complicado. Que tu hijo comience a suspender. O que sus pequeñas mentiras ya no sean tan pequeñas. Puede que comiencen los problemas con sus amigos, las malas contestaciones o las faltas de respeto. Que se intensifiquen las quejas en el colegio o que la vida en casa sea cada día un poco más complicada. En el proceso de formar personas libres y responsables se suelen encontrar cimas difíciles de escalar. 
Y no hay consejos para eso. Cada padre o madre lucha su propia batalla, la suya y la de su hijo. Sin embargo, mientras dura la batalla podemos enseñar algo muy importante a nuestros hijosque la felicidad no está en las cosas fáciles, en lo cómodo o lo accesible.
Que ellos merecen la pena aunque las condiciones no sean fáciles. Que pese a sus desafíos, a su agresividad o a sus mentiras. Pese a ello o por ello precisamente, vosotros estáis ahí, acompañándolos y creyendo en su potencial, en todo lo bueno que tienen. 
Y sobre todo, que los resultados no son inmediatos. Que llegan con el tiempo y se ven en los pequeños detalles. Que ellos merecen más tiempo y más oportunidades porque están en formación.
Algún día estas dos ideas les permitirán alcanzar la felicidad.
“Eduquemos a nuestros niños para que no confundan felicidad con placer, y enseñarles que la vida es también duda, vulnerabilidad, ruptura… Para poseer un pensamiento alternativo, a no estar cortocircuitados cuando la adversidad se instala en sus vidas; educarles en la toma de decisiones, a respetarse a sí mismo y a los demás, en el sentido de la responsabilidad; en definitiva a muscular la voluntad”.
PSICOHIENE: Javier Urra.
Fuente: solohijos.com 

viernes, 20 de marzo de 2015

Cómo saber si tu hijo/a está desarrollando adicción al móvil

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Existe un debate entre la comunidad científica acerca del uso de conceptos como la “adicción a internet” o la “adicción al móvil”. Pero, sin entrar en el debate, por todos es aceptado el hecho de que existen conductas de uso y abuso, que en su máxima expresión conllevan consecuencias negativas para los niños y adolescentes que las desarrollan.
En el estudio EU-NET-ADB financiado por la Comisión Europea y desarrollado por la organización PROTEGELES en España junto a distintas universidades y entidades de Alemania, Holanda, Islandia, Grecia, Polonia y Rumanía, se pone de manifiesto que los adolescentes españoles y rumanos de entre 14 y 17 años se encuentran a la cabeza de Europa en desarrollo de conductas de riesgo que pueden derivar en problemas relacionados con la adicción a Internet. España es el país que aparece con el porcentaje más alto de jóvenes en esta situación, alcanzando el 21,3%.
La Conducta Adictiva a Internet se caracteriza por la pérdida de control sobre el uso de Internet. Dicha conducta conduce potencialmente al aislamiento y al descuido de las relaciones sociales, de las actividades académicas, de las actividades recreativas, de la salud, y de la higiene personal.
Los menores que la desarrollan se caracterizan por desarrollar:
  • Tolerancia: el menor siente la necesidad de aumentar el tiempo que pasa utilizando la tecnología para llegar a sentirse satisfecho. El bienestar que genera su uso va disminuyendo progresivamente, razón por la que buscará alcanzarlo dedicándole más tiempo.
  • Abstinencia: experimenta una sensación desagradable cuando no puede usar la tecnología. Tenderá a utilizarla de forma compulsiva.
  • Dependencia: decimos que un menor está desarrollando una dependencia cuando necesita aumentar progresivamente el tiempo de uso de la tecnología (tolerancia) y además, se siente mal si no puede hacerlo (abstinencia).
En un principio, cuando el adolescente se conecta a Internet recibe una respuesta satisfactoria debido a que encuentra lo que estaba buscando: divertirse, entretenerse, informarse, comunicarse… En el momento en que empieza a abusar de esta conexión y se siente mal si no está conectado es cuando comienzan a apreciarse las repercusiones claramente negativas en la vida social, familiar y escolar de ese adolescente.
Pero ¿cómo identificamos el problema? ¿Cuándo debemos preocuparnos?
Si nos preocupa la relación que nuestro hijo pueda llegar a tener con el móvil o con la tablet, debemos tener en cuenta las señales que van a ir apareciendo a lo largo del proceso en el que se llega a una adicción:
  • Cada vez necesita estar conectado durante más tiempo para sentirse satisfecho.
  • Se siente deprimido, nervioso o enfadado y sólo se le pasa cuando puede usar el móvil.
  • Pasa mucho tiempo pensando en cuándo se podrá conectar de nuevo.
  • No consigue controlar el tiempo o la frecuencia que pasa conectado.
  • Ha dejado de lado actividades u obligaciones por estar con el móvil.
  • Prefiere las ciber-relaciones a las relaciones personales.
  • Miente en relación al tiempo y la frecuencia con la que se conecta.
Si nuestro hijo/a presenta la mayor parte de estos síntomas, el principal obstáculo con el que nos vamos a encontrar es la negación del problema por su parte. Es posible que busque excusas para minimizar su problema, sobre todo amparándose en la finalidad de su conexión: “lo necesito para hacer deberes”, “es el medio para quedar con mis amigos”, “lo uso para entretenerme cuando no tengo nada que hacer”, etc.
Es importante recalcar que la mayoría de los jóvenes pueden pasar por un proceso de abuso/uso inadecuado de las TIC en circunstancias personales específicas, como la etapa de desarrollo en la que están, el boom social (aplicaciones de moda, publicidad), su estado emocional (tristeza ante el aburrimiento y/o problemas personales circunstanciales)…, y no por esto debemos considerar que tengan un problema de adicción a Internet.
Lo más probable es que ellos mismos autocorrijan ese comportamiento con el paso del tiempo. Sin embargo, y a pesar de todo, debemos realizar un seguimiento y transmitirles la información necesaria para evitar riesgos mayores. Si aun así, el problema persiste, es cuando debemos consultar con un especialista.
¿Te interesa saber qué hacer cuando tu hijo ya está desarrollando dependencia al móvil? Si te interesa, haz clic aquí.

fuente:solohijos.com

miércoles, 18 de marzo de 2015

¡También hago cosas bien!

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Nuestros hijos están en formación. Por eso se equivocan. No tienen ni nuestra experiencia ni sus capacidades totalmente desarrolladas. Se deben equivocar.
Y sin darnos cuenta, cada día les recordamos y recriminamos TODAS las veces que se equivocan; a veces incluso les castigamos en lugar de ayudarles a que descubran por qué lo han hecho, estrategias para evitar repetirlo en un futuro…. Y lo más importante, no les decimos las veces que lo han hecho bien.
Te proponemos un experimento de una semana de duración. Haz lo contrario a lo que sueles hacer habitualmente:
  1. Fíjate SOLO en las cosas buenas que hace tu hijo.
  2. Escríbelas en una libreta.
  3. Cada noche, léeselas.
Solo durante una semana. Increíble la sensación de satisfacción de tu hijo, ¿verdad?
Hazlo cada día, durante una semana y observa su cambio de actitud. Con seguridad que notarás cambios positivos.
Y si durante una semana ha ido bien, ¿por qué no hacerlo durante un mes?
Al cabo de poco tiempo, lo harás de manera inconsciente y sin darte cuenta, no solo tu hijo cambiará su comportamiento, sino que tú aprenderás a fijarte más en los aspectos positivos de tu hijo, fomentando que estos se repitan con más regularidad y desmotivando los negativos.
Para motivar, no hay más secreto que este: fijarse en lo maravilloso que tiene nuestros hijos. ¡Así de sencillo!
Ejemplo
Martes 15. Cosas buenas sobre Carlos:
  1. Se ha levantado con una sonrisa. 
  2. Se ha vestido solo.
  3. No se ha peleado con su hermano cuando éste le ha quitado su tostada.
  4. Ha puesto la mesa sin que se lo dijera yo.
  5. Se ha despedido con un abrazo especial.
  6. He disfrutado mucho hablando con él sobre su día en el colegio.
  7. Me ha gritado pero luego me ha pedido perdón.
  8. Ha sido puntual cuando le he llamado a cenar.
  9. Ha compartido el mando de la televisión sin enfadarse.
  10. No tenía ganas de irse a la cama pero, después de dos avisos, ha obedecido.
  11. Se ha enfadado con Marta pero ha sabido buscar una solución.
  12. Me ha gustado cuando se ha sentado a mi lado a leer.
  13. Se ha acostado con una sonrisa…
Elena Roger Gamir
Pedagoga – Solohijos.com

martes, 17 de marzo de 2015

Nuestros hijos no nos dan trabajo sino que son NUESTRO TRABAJO.

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Un hijo nunca “da trabajo”.  Considerarlo así es  sentirlo como si fuera una carga. Si lo es para ti es porque no has sabido manejar los problemas o aceptarlo como es. Es un claro síntoma de que hay que hacer una nueva valoración del proyecto pedagógico. Tu manera de solucionar conflictos, de comprender a tu hijo incluso de amarlo no es la mejor.
Un hijo nunca es una carga sino una maravillosa oportunidad de sacar lo mejor de nosotros mismos. Cuanto mayor sea el desafío que nos plantee, más necesario será buscar lo mejor de nosotros: nuestra generosidad, nuestra paciencia, nuestra comprensión, nuestra inteligencia y empatía.
¡Claro que nuestros hijos conllevan problemas! Y sacrificios, y desafíos. La aventura de pasar de ser un bebé a convertirse en una persona independiente y equilibrada exige mucho de nuestra parte. Esa es la esencia de la paternidad y maternidad, independientemente de lo fácil o difícil que lo pongan nuestros hijos.
Tener hijos implica renunciar a cosas, aceptar otras que no nos gustan, estudiar y formarnos, cambiar nuestra manera de pensar incluso de hablar,  aprender a querer de manera generosa,  solucionar conflictos de manera creativa y, sobre todas las cosas, saber que nuestros hijos no son nuestros sino que han nacido para tener una vida plena independientemente de nosotros, lo que conlleva educar en el respeto. Por supuesto que surgen problemas en esta aventura igual que si te embarcas en la creación de una empresa. Cualquier cosa que merezca la pena supone superación y esfuerzo.
Si consideramos que esos problemas son una carga, entonces se verá afectada nuestra manera de mirarle, de dirigirnos a él, de etiquetarle, incluso de amarle. ¿Cómo se puede amar a alguien que se considera un “pesado trabajo“? Lo estás “soportando” pero no le estás amando con generosidad, sin condiciones, como debe ser el amor de un padre o madre a su hijo.
Estamos en deuda con nuestros hijos porque ellos nos permiten sacar y desarrollar la mejor versión de nosotros mismos. Ellos no nos dan trabajo sino que son NUESTRO TRABAJO.
Elena Roger Gamir
Pedagoga – Solohijos.com

miércoles, 4 de marzo de 2015

El sarcasmo: un arma peligrosa

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Dos de las armas más eficaces para destruir la comunicación de la familia son la ironía y la insolencia. Ambas son primas hermanas y conviven disfrazadas de mil formas en nuestra casa.
Creemos que son mejores que los gritos o las amenazas, que los insultos o la burla pero no nos damos cuenta que el sarcasmo hiere profundamente la autoestima de los niños (y de los padres), crea distancia entre ambos y distorsiona totalmente el mensaje que se quiere trasmitir.
Cuando le hablas con sarcasmo:
  • Le enseñas un modo irrespetuoso de hablar y relacionarse con los demás.
  • Le faltas al respeto.
  • Le dices implícitamente que no es suficientemente valioso para ti.
  • Le separas emocionalmente de ti.
  • Te colocas ante él en una relación de superioridad alienante.
  • Le provocas el deseo de llevarte la contraria y desafiarte.
  • Lastimas fatalmente su autoestima.
Nos quejamos de que nuestros hijos son insolentes y arrogantes pero ¡cuántas veces hemos caído nosotros en el mismo defecto, siendo adultos y modelos a imitar!
Padres irónicos, familia incomunicada
Puedes enviar el mismo mensaje a tu hijo sin utilizar la ironía. Incluso estando enfadado, puedes describir tus sentimientos sin necesidad de ser irrespetuoso y caustico. Solo necesitas entrenamiento.
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 Elena Roger Gamir
Pedagoga -Solohijos.com