No le premies por cumplir con sus obligaciones. En lugar de premiarlas (con dinero, con regalos, con algo a cambio…), valóraselas.
Descríbele con precisión lo que ha hecho bien, las dificultades con las que se ha encontrado y cómo las ha superado. Y lo que eso significa para ti. Pregúntale siempre cómo se siente después de haberlas realizado.
Hazle sentir orgulloso de sus logros porque esa será su verdadera gratificación: la motivación intrínseca. Conseguirás que trabaje encontrando en su trabajo un sentido y desarrollando en él una actitud de autoresponsabilidad.
Premia lo que no es una obligación o lo que es nuevo y supone un desafío. Un reto difícil necesita, en algunas ocasiones y solo al principio, de una motivación extrínseca.
No lo acostumbres a esperar nada a cambio por cumplir con sus obligaciones. Se han de cumplir porque hacerlo permite a la familia convivir en armonía y porque hacer un trabajo de calidad conlleva una satisfacción interna. Enséñale a que sepa verlo y valorarlo.
Fuente: solohijos.com
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